El instrumento que en Catalunya conocemos como viola de roda recibe un gran número de denominaciones por toda Europa. Se conoce como zanfona en Galicia y España, hurdy-gurdy en Inglaterra, drehleier en Alemania, lira en Bielorrusia, ninera en Bohemia y Moravia, forgolant en Hungría, ghironda en Italia, vielle à roue en Francia, sonsaina en Occitana y relia en Ucrania. Tendríamos que remontarnos al s. IX para encontrar sus orígenes. Se la denominaba organistrum y era lo suficientemente grande como para que la tuvieran que tocar dos personas a la vez: una accionaba la rueda y la otra el teclado. Con el paso del tiempo, las medidas se fueron adecuando a un solo músico y el instrumento empezó a recibir el nombre de sinfonía, de donde deriva zanfona.

En un principio, cuando era de construcción mucho más sencilla que los complejos modelos actuales, estaba considerada como un instrumento propio de la música culta. No obstante, hacia el s. XVI perdió esta condición y los juglares, mendigos y ciegos empezaron a utilizarla. En algunos lugares se la conoce incluso como viola de cec (ciego). En ese momento la zanfona empezó a formar parte de los instrumentos tradicionales populares, los que no se consideraban adecuados para determinados tipos de música.

La suerte de la zanfona cambió en el siglo XVIII cuando la corte francesa de Luís XIV la adoptó como instrumento óptimo para amenizar las veladas en la corte y para los llamados “conciertos espirituales” acompañada de orquesta. El músico y lutier Charles Baton introdujo entonces un cambio sustancial en el instrumento: lo dotó de un cuerpo ovalado parecido al laúd, lo que se conoce como cuerpo de laúd. Esta modificación provocó el interés de compositores destacados como Chédeville, Hotteterre, Corrette o Boismortier, que dedicaron esfuerzos a crear piezas cultas para zanfona, piezas propias de un instrumento normalizado. A pesar de este auge, a finales del siglo XVIII la zanfona volverá a quedar desplazada por aquellos instrumentos que hasta la actualidad serán la base de la música clásica: violines, violas, violoncelos y contrabajos.

La zanfona es muy atractiva ya que se aparta morfológica y técnicamente de cualquier otro instrumento. Desde sus inicios y hasta la actualidad, pese a haber mejorado en precisión constructiva y número de cuerdas, no ha sufrido cambios muy radicales. En muchos países encontramos modelos diferentes construidos a partir de lo que podríamos considerar su base: un cuerpo de tamaño y forma variable dentro del cual hay un eje que discurre longitudinalmente. El eje, a media distancia del cual hay una rueda de madera, se encuentra al salir del cuerpo con un manubrio que lo hace girar juntamente con la rueda. Este friega sobre un número variable de cuerdas algodonadas: las cantoras, los bordones y las moscas.

Las cantoras o melódicas son cuerdas metálicas que se montan sobre el teclado y que, por lo tanto, son pulsadas por las teclas para hacer la melodía. Dependiendo del número y tipo de cuerda que se ponga, el registro que tendrá el instrumento variará. Así, una zanfona con dos cantoras al unísono tendrá un registro limitado, mientras que una zanfona con cuatro cantoras de notas diferentes tendrá un registro mucho más amplio. Los bordones son cuerdas metálicas que no se accionan mediante el teclado. Su longitud, por tanto, no varía. Dan una nota constante, la nota pedal, que acompañará la melodía. Las moscas o trompetas son cuerdas de intestino montadas sobre el perro, una pieza de madera que provoca un martilleo de sonido característico sobre la tapa cuando la vibración de la cuerda es excesiva, como si distorsionara. Este sonido se aprovecha para generar el ritmo. Además, directamente sobre la tapa armónica hay unas cuantas cuerdas que generan sonido no por fricción sino por simpatía, reforzando el efecto de reverberación del instrumento. Son las cuerdas simpáticas. Con este complejo sistema, que genera melodía, bajos, ritmo y efecto de reverberación, no es extraño que haya quien hable de la zanfona como el sintetizador medieval o incluso como el instrumento total.

Sobre este concepto bastante genérico del instrumento hay varios parámetros que pueden variar y que serán los que conformarán la morfología y el sonido final de la zanfona: la creatividad del lutier, innovaciones técnicas en forma de palancas para descolgar cuerdas o cambiar tonalidades, número, grosor y material de las cuerdas, forma del cuerpo, tipo de madera, tallas, marquetería… siempre, claro está, de acuerdo con el presupuesto de que disponga el sonador. Hay que decir que esta complejidad obliga al músico a estar pendiente constantemente del reglaje de la zanfona.

Técnicamente el esfuerzo del sonador se reparte de manera diferenciada entre las dos manos. La mano derecha hace girar el manubrio. Es la encargada de dar velocidad a la rueda –y, por lo tanto, de hacer el ritmo–, y también es la responsable de la calidad del sonido. Sus funciones equivalen a la mano que conduce el arco en un violín. La mano izquierda, por su parte, se centra en el teclado y en la pulsación de bordones, la activación de cuerdas y la afinación, entre otros aspectos.

Actualmente es posible ver zanfonas en multitud de formaciones musicales, básicamente de música folk, aunque también la encontramos combinada con instrumentos modernos como la guitarra y el bajo, hecho que requiere una adecuación para la sonorización: tres micrófonos y pastillas bajo las cantoras, bordones y moscas.

En muchos países la existencia de la zanfona no ha supuesto ningún corte temporal, cosa que ha permitido su evolución y normalización hasta el punto de que actualmente hay una gran variedad de formaciones en las que la zanfona está presente. Así, dependiendo del país donde la encontremos, la veremos combinada con unos instrumentos u otros: es el caso de, por ejemplo, la típica formación francesa de acordeón, zanfona y cornamusa.

La entrada de la zanfona en Els Berros de la Cort ha generado nuevas posibilidades expresivas en muchos campos: bajos, timbres generados por cuerda friccionada o pulsación de cuerdas, nuevos conceptos del ritmo a través de las moscas… Estas aportaciones son cruciales para definir el sonido que consigue el grupo. Las dos zanfonas del grupo han sido fabricadas por el lutier Sedo García (http://www.sedoluthier.com) de Vilert.